En lo referido a mandar un aviso atroz al conjunto de la ciudadanía, pocos recortes de los muchos habidos en Castilla-La Mancha han tenido para mí mayor trascendencia que haber dejado sin maestros a los niños autistas. Porque, como sabemos, esta política de austeridad y sufrimiento gratuito que empezó el Psoe y que ahora el PP está llevando hasta el final tiene nombres y apellidos. A contar una historia personal es a lo que voy a dedicar este artículo.

La semana pasada mi mujer dio a luz en el Hospital Virgen de la Salud de Toledo. En todo momento la atención fue muy buena por parte del personal del centro sanitario: la sanidad pública cuenta con los mejores profesionales. Pero hete aquí que tuvieron que aparecer los recortes. Me explico.

Mi mujer había manifestado su intención de «ponerse la epidural», había firmado el consentimiento informado, había llegado el momento, la matrona había comunicado al anestesista que había que «ponérsela ya», en varias ocasiones. El dolor iba tan en aumento que los gritos se empezaban a escuchar desde bastante lejos… Pero el anestesista no aparecía.

Antes de los recortes la planta contaba con un anestesista, pero ahora se tiene que repartir con Urgencias. Y claro, en las saturadas Urgencias de Toledo es bastante habitual que el anestesista no pueda abandonarlas, con lo cual las mujeres que estén pariendo tienen que esperar a que acabe. Si acaba. En el caso que estoy contando tardó unas dos horas.

Por cierto, madre e hijo están bien.

Javier Manzano

 

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