Eduardo González Ávila.

400px-11-M_PlaqueFue durante la Presidencia de Aznar cuando se hizo la Ley del Suelo que llevó a la gallina de los huevos de oro en España: la construcción, las grandes obras, miles y miles de viviendas. ¿Cómo? Creando una infraestructura económica, empresarial y de inmobiliarias. ¿Con qué? Con el dinero de los grandes bancos americanos y alemanes que se lo prestaban a los bancos españoles, para que éstos, a su vez, se lo metieran por los ojos a los ciudadanos españoles. Los alemanes se inflaban a darnos dinero para que les comprásemos sus BMWs, Mercedes y Audis Había trabajo y se podía con las  infladas hipotecas a 40 años. ¿El origen?: La especulación, las inversiones Lehman Brothers y las subprime. No había tanto dinero, era mentira. Y entonces el País de las maravillas de Aznar (España va bien) en el que tantos creyeron, se vino abajo como la casa de los tres cerditos, pero Aznar ya no estaba, les tocó a otros aguantar el tsunami.

Y el otro gran logro de Aznar, fue estar en las Azores o Aznarzores, con el fin de colocar a España muy arriba, ¡ARRIBA ESPAÑA! que todo el mundo supiera el gran país que era. Y sí, España fue protagonista. Logró que Bin Laden y su Yihad fijaran un objetivo enemigo en España. En Madrid hace diez años murieron terriblemente 191 ciudadanos inocentes; 191 vidas truncadas; 191 familias quebradas para siempre; miles de heridos con heridas para toda la vida. Y todo un país hundido y humillado por el dolor.

   Claro que el señor Aznar no hizo lo que hizo con malas intenciones. El problema es que su calidad política se movía por la ambición, la apariencia. Lástima. ¿Creerá como buen cristiano en el infierno? ¿Tendrá perdón quien no pide perdón?

Son las 8 de la mañana de un martes cualquiera, casi es primavera, están en mi memoria. Produce escalofrío pensar que en potencia todos podíamos haber sido víctimas, o víctimas por las víctimas.

Pero la vida es un tren que sigue y sigue sin parar, sin estaciones, sin esperas. La vida es un tren de vagones vacíos y vagones llenos. Hay que salir de las vías que llevan a lugares malditos, por ser lugares impuestos. Hay que apostar por lugares donde los niños no entiendan palabras como: frontera, religión, etnia, bomba, misil, crimen, violencia. Donde los niños puedan jugar a juegos de niños; sin miedos.

Diré aquello que reza en una losa: “Sólo habremos muerto cuando nos hayáis olvidado”

 Han pasado diez años./Madrid guarda un silencio/Un silencio de sangre y de frío/Vibran en Atocha los trenes/Allí su jardín enjaulado/Es un canto a la vida./ En sienes rompen pensamientos./Hay un desierto en Santa Eugenia/Que es un desierto de sueños/Vagones, almas; proyectos  que viajan/En un tren que lleva escrito un destino./ Una madre está en el suelo caída/ Guarda en su vientre una flor/Una luz no encendida/Un deseo de por vida./¡Qué gran milagro!/¿Qué  milagro, qué vida?/Han pasado diez años/En Madrid hay un silencio./ Clamor de miradas perdidas/Ateridas del hierro cruento./ Hay que curar los miedos./Que no se entere la niña/¡Por Dios que no lo sepa!/Que ni el silencio ni la sombra digan/Que hay en Madrid una herida/Una ofrenda, un solo sentimiento/Una flor que ya camina./De Madrid al cielo./ Que no se entere la niña.

 

 

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