La desfachatez. Reflexiones antes de volverme loco

¿Qué clase de vergüenza tiene todo un Presidente de Gobierno y de Partido político para decir: “Esos señores – cuyos nombres no quiere pronunciar – (Bárcenas y J. Sepúlveda) hace años que no tienen ninguna responsabilidad en mi Partido”? Lo cual lleva inmediatamente a hacerse la siguiente pregunta: ¿Y durante años les estaban ustedes pagando; y de qué manera? ¿Cuántas explicaciones inexplicables? Cualquier cosa antes que decir la verdad. ¿Por qué tratan a los españoles (incluidos los que les han votado) como si fuéramos imbéciles?

La cuestión es que cuando hayamos hecho la digestión del cocido restaremos importancia a los garbanzos negros. ¿Y las leyes de transparencia, las que eviten la corrupción, las que permitan que cualquier español pueda meter las narices en lo público? Lo malo es que en España nos hemos acostumbrado a un profundo olor a “estiércol”. Lo malo es que una mayoría social entienda que ellos mismos podrían haber sido aprovechados de la política igualmente, que el que no se corrompe es porque no ha tenido la oportunidad. Lo malo es la siembra del miedo y la desidia social. Lo malo es lo de no importan las formas y maneras, lo verdaderamente importante es el fin.

La mentira, el cinismo y la poca o ninguna vergüenza se han instalado en la política de una manera repugnante. Y lo que es peor, en la sociedad ya no causa estupor.

Me importa un bledo si el Estado de la Nación lo gana uno u otro. Lo que me importa es la realidad que está viviendo el país y de la que es responsable un Gobierno, y que eso no admite discusión; un Gobierno que debe capitanear un buque en peligro de naufragio, cual Prestige, y para evitar catástrofes adopta medidas de parcheos,  echando al mar en flotadores a los pasajeros más débiles, para poder salvar a los más poderosos en botes cargados de suministros y con totales garantías de seguridad, no sólo no evita que se hunda, sino que lo hunde más con lo que hace.

Suicidios y muertos por los recortes en Sanidad. Del terrorismo de ETA al terrorismo de un Gobierno que no le duelen prendas en decir que hacen lo que tienen que hacer.

La trampa es: Primero, aprovechar con los miedos y las sombras de la crisis para mentalizarnos con imprescindibles recortes y sacrificios. Segundo, poner el dinero que podamos en los Bancos. Los capitales están esperando a que comience la venta de España: la Sanidad, la Educación, Instituciones y Administraciones Públicas. Para eso tienen el dinero. Tercero, hacer el pozo todo lo hondo que se pueda, aprovechando así todo aquello que les hubiera gustado hacer cuando gobernaba Aznar y no pudieron, de manera que en las próximas elecciones, con poco que se haga hacia arriba, se dirá aquello de “¿Veis? ya estamos remontando, ya empezamos a ver los frutos. El esfuerzo y sacrificios merecieron la pena”. Y desgraciadamente muchos les creerán.

Espero que los españoles tomen buena nota de lo que están haciendo con sus vidas (paro, desahucios, recortes de Sanidad y Educación, Justicia, derechos laborales…)  y que no se olviden de esa realidad que padecen cuando ésos que nos han hundido, nos besen en la calle con promesas, quiebros y mentiras con las que piensan ganar las próximas elecciones. (Sólo el burro tropieza dos veces en la misma piedra).

En uno de esos correos que pululan por la red, me llegó una frase atribuida a un gran europeísta, amén de gran escritor, Víctor Hugo, diciendo “Entre un gobierno que lo hace mal y un pueblo que lo consiente, hay una cierta complicidad vergonzosa”. Pues eso.

Eduardo González Ávila

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